Yin Yoga en torno a la meditación (y más)
Cada cierto tiempo ‘se inventa’ un nuevo estilo. A quienes huyen de las modas, les diremos que se acerquen al Yin Yoga porque verdaderamente es un regalo
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
Experiencias
A pesar de ser un tema más trillado que el propio trigo, quizá no sepas por qué el pan crea adicción; o por qué es mejor el integral, que, por cierto, puede que no sea integral por mucho que la etiqueta lo diga. ¿Sabes qué significa “rico en fibra”, y qué es el germen, el salvado y el endospermo de un cereal? ¿Y el gluten? Quizá seas intolerante, alérgico o sensible al gluten sin saberlo, como le pasaba a Novak Djokovic, intolerante al gluten, y también a los lácteos y al tomate, que sufría de asma, alergias y fatiga hasta que dejó de consumir estos alimentos. Desde entonces, nos gana la tostada.
La intolerancia al gluten se asocia a más de 55 enfermedades, y para que tomemos conciencia de ello, el 5 de mayo se celebra el Día Mundial del Celíaco. ¿Sabías que el 90% de los celíacos no están diagnosticados como tales? ¿Y qué a veces se confunde la intolerancia al gluten con alergia o sensibilidad? Un celíaco no puede digerir el gluten, ya que irrita su sistema digestivo y provoca aumento de la permeabilidad intestinal, involucrada en el desarrollo de enfermedades autoinmunes. Puede provocar gases, hinchazón, diarrea o estreñimiento, fatiga física y mental, mareos, migrañas, cambios en el estado de ánimo, hiperactividad, problemas dermatológicos y desequilibrio hormonal. En cambio, el organismo de un alérgico considera al gluten como un invasor y reaccionará liberando histamina; podrá tener problemas a la hora de respirar, o podrá sentir opresión en el pecho, tos, vómitos, dolor de estómago o urticaria. Una persona sensible al gluten no verá dañado su sistema inmunológico, pero sí podrá sufrir de dolor abdominal, cansancio o erupciones cutáneas. Más del 60% de la población mundial es sensible al gluten.
¿Y qué es el gluten? Es un conjunto de proteínas contenidas en la harina de los cereales de secano, fundamentalmente el trigo, y en menor proporción la cebada (el alimento de los gladiadores), el centeno, la avena y la espelta. Una de esas proteínas, la gliadina, es la que causa las intolerancias y las alergias. Científicos españoles están realizando estudios sobre la posibilidad de modificar genéticamente el trigo para retirarle la gliadina y hacerlo apto para celíacos. Mientras tanto, para no prescindir del pan, los celíacos pueden recurrir a tortitas o crepes de trigo sarraceno, o a harinas de maíz, garbanzos o arroz, y a otros cereales como el mijo o el amaranto; todos ellos sin gluten, y por tanto sin gliadina.
La gliadina, además de provocar intolerancia, crea adicción y tiene un efecto estimulador del apetito. Actualmente, el trigo es modificado genéticamente para que contenga 50 veces más gluten, y por tanto más gliadina, y así crearnos más adicción aún. Quizá por culpa de la gliadina, compramos una barra recién horneada, y de camino a casa, no sé sabe por qué, se va reduciendo el tamaño de la barra; era grande, y a casa llega pequeña. Pero yo no he sido, ha sido la gliadina.
Tanto la harina integral –con su salvado, germen y endospermo- como la refinada, puede engordar, incluso más que las grasas saludables. El pan blanco es fundamentalmente un hidrato de carbono que, sí, engorda; sobre todo si cenas un bocadillo y seguido te acuestas. Si en tu desayuno incluyes un poco de pan y durante el día te mueves, entonces no. El pan por sí mismo no es el culpable; todo depende de lo que tú quemes o dejes de quemar.
Conviene que el pan nuestro de cada día sea integral, es decir, del grano entero, sin refinar, con toda su fibra y todos sus nutrientes presentes en el salvado, el germen y el endospermo -el pan blanco, al que se le retira el germen y el salvado, puede perder hasta el 50% de minerales y de vitaminas E y del complejo B- ; el integral se digiere gradualmente, sin desequilibrar los niveles de glucosa, y su asimilación es más lenta.
El salvado, es decir la fibra, ya era recetado por Hipócrates como laxante, ya que nos ayuda a combatir el estreñimiento y los síntomas de colon irritable; a eliminar toxinas y a prevenir divertículos intestinales, hernia de hiato, hemorroides y venas varicosas; además reduce la incidencia de cáncer de colon.
El germen contiene fitonutrientes, proteínas, vitaminas, en especial E (antioxidante y antienvejecimiento) y del grupo B, y minerales como calcio, fósforo, magnesio, potasio, selenio y zinc.
El endospermo es la parte del cereal que contiene hidrato de carbono, y es prácticamente lo único que queda en la harina refinada, que, por otra parte, tras su proceso de refinado, es tratada con blanqueantes y emulsionantes. Algunos panes industriales pueden contener hasta 30 aditivos químicos.
Si vemos en una etiqueta, o en un anuncio publicitario, “rico en fibra” significa que 100 gramos de ese producto contiene por lo menos 3 gramos de fibra; si dice “alto contenido en fibra”, tiene 6 gramos o más. Es importante que sepamos también que en la lista de ingredientes de un producto, aparece en primer lugar el ingrediente más abundante; si el primer ingrediente que vemos en la etiqueta del pan, no es cereal integral o de grano entero, entonces no es integral. En Holanda para que un pan sea llamado integral, la mitad de su harina tiene que ser integral; en Alemania se exige que tenga un 90%. ¿Y en España? En España, «sin especificar». Un Real Decreto publicado en el B.O.E. de marzo de 1984, establece en su artículo 7.1 que «el pan integral es el elaborado con harina integral». Y esta escueta aclaracion es la única referencia que hemos encontrado sobre la normativa del pan integral en España.
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* Mónica Domingo es diplomada en Naturopatía,
Nutrición y Dietética, y Terapias Manuales.
Más información en: Arriluze Terapias Naturales
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