Es ese tipo de lugar que nos encantaría tener cerca. Vivir encima, justo en el mismo inmueble, o girar la esquina y apreciar su aroma a café reconfortante. Sí, Café Angélica es una maravilla de espacio, con una filosofía sumamente interesante y con un personal que te hace desear estar allí, casi cada día. Lástima que no vivimos tan cerca…
Pertenece al grupo empresarial, de origen cántabro, Deluz y Compañía, promotor de originales conceptos y que en los últimos tiempos ha establecido la sostenibilidad como guía. Y eso nos gusta.
Quizá lo imaginábamos en una calle más recoleta, pero lo cierto es que el local que ocupa mantiene el encanto de lo que fue. Porque anteriormente, y durante muchos años, este lugar también olía de forma especial. Se trataba de un herbolario, y su nombre se ha mantenido.
Ahora, sin embargo, el aroma predominante es el del café, seleccionado con sumo mimo. Detrás de la barra, chiquitita, se encuentra Fernando, que abandonó las tareas editoriales de otra vida, para entregarse en la presente al culto por el café de calidad. Y él así lo transmite.
Cada referencia, como indican, tiene nombre y apellido. Es decir, el de sus agricultores. En algunos casos procede de cooperativas de mayas guatemaltecos en las montañas; en otros, viene de Etiopía o de Colombia. Para ellos es relevante tener en cuenta que la situación de los pequeños productores es tremendamente dura y resulta clave contribuir a cambiar sus realidades con un gesto tan simple como ser justos con el comercio.
Gracias a su trabajo, en Madrid, se puede tomar un café exquisito, preparado con la liturgia que merece y servido a la temperatura justa. Ni más frío ni más caliente. O quizá sí, quizá helado, porque su Cold Brew es adictivo, mucho más ahora. Más adelante, en los días fríos, el chocolate a la taza será la excusa para regresar.
Además, en Café Angélica se pueden tomar pequeños bocados dulces y salados. Como homenaje a la tierra de la que proceden sus impulsores, se puede encontrar sobao. Ah, y sugerimos no perder de vista la tarta de zanahoria.
En el apartado salado, ricas tostas con un precio muy interesante (2-3 euros). Nuestra favorita es la llamada Cabo de Gata, con jamón ibérico y tomate rosa. Es decir, nada de mezclas raras ni ingredientes exóticos, y sí buena materia prima y sabor de altura.
Después del deleite in situ, se pueden adquirir cafés, tés y otras infusiones, además de especias, hierbas y raíces para seguir disfrutando en casa. Son un regalo perfecto para aquellos que valoran los pequeños detalles. Como ese botecito de tomate seco casi sin importancia pero que demuestra que al comprarlo verdaderamente pensaron en ti. O canela que realmente huele y sabe a canela. Además, la parte estética es realmente importante. La cuidan como cada taza de café que sirven.
Café Angélica es una maravilla y a nosotros nos gusta mucho.
Café Angélica
San Bernardo, 24. Madrid
Tel. 910 55 86 61
www.cafeangelica.es