¿Por qué no un salón “Made in Spain” con lo mejor?
Este mes, París ha acogido su certamen anual Made in France. Tomemos ejemplo y creemos uno aquí.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
Actualidad
El tinerfeño Miguel Mejías dirigirá su ópera prima, el largometraje La Viajante, a partir de un guión escrito por él y Amanda Lobo. Encabezan el reparto Ángela Boix, conocida por sus papeles en películas de culto como Diamond flash (de Carlos Vermut) o Gente en sitios (de Juan Cavestany) junto con Miquel Insua quien estuvo en Diamond flash y Magical girl (de Carlos Vermut), así como en Gente en sitios o Esa sensación (de Juan Cavestany, Pablo Hernando y Julián Genisson). El largometraje estará producido por Angharad Rojo y Martín Samper y se rodará íntegramente en escenarios del archipiélago canario.
La Viajante es una innovadora Road Movie de corte rebelde e intimista. Una película en la que Ella, una fotógrafa treintañera encerrada en una vida de rutina y silencio, se embarcará junto a su cámara en un viaje sin rumbo a bordo de un Ford Taunus del 85. Aceptando así su verdadera naturaleza.
«Hace tres años nos reunimos por primera vez. Ya nos conocíamos, habíamos estudiado en la misma escuela de cine pero nunca nos planteamos escribir nada juntos. La primera reunión fue con él, el director, Miguel Ángel Mejías. Venía de Tenerife aunque prácticamente había crecido en Madrid; llevaba dirigiendo y escribiendo cortos desde los once años hasta que decidió estudiar cine en la capital, donde acabamos los dos», comenta Amanda Lobo, guionista del proyecto. «Siempre con sus gafas de sol puestas, parecía escupir seguridad y convicción en todo aquello que le gustaba, en cualquier cosa que hiciera. Y ella, la actriz, Ángela Boix, cuya ingenuidad siempre parecía tener cierto lado oscuro, retorcido. Una fuerza bruta que disimulaba con su aire inocente. Casualmente ese mismo año alquiló una habitación en el piso donde se estaba quedando Miguel… y así surgió la primera idea. Ellos ya habían hablado del deseo de hacer algo, de la futura película. La aventura de rodar una road movie con un pequeño equipo para quienes el deseo de hacer cine primaba sobre cualquier otra cosa. Aquella tarde Miguel me describió las imágenes que tenía en la cabeza. Tres imágenes desde las que partiríamos, los tres personajes con los que contaríamos nuestra historia, tres actores desde los que se ha ido levantando el proyecto».
«Y así empezaron a sucederse las reuniones con el resto del equipo: Angharad Rojo, la productora, a la que había conocido por casualidad y a la que me presentó una noche en una vinoteca, con los labios manchados de algún tinto y tocándose constantemente el pelo. En ella parecía luchar una mezcla de profesionalidad e inocencia cada vez que hablábamos en las reuniones. Y Miquel Insua, el otro gran actor que seguiría el viaje con Ángela, cuya voz y mirada me intimidó en un principio. Quedaba por ver al cuarto, Niklas Schmich quien en ese momento se encontraba en Alemania y al que conocí en una de nuestras reuniones a través de Skype. Pretendíamos escribir el guión así, entre todos y con el simple y romántico deseo de rodar en la carretera«.
Mucho han cambiado y evolucionado esas tres imágenes en estos tres años durante los cuales el equipo ha ido creciendo tanto como la idea, cada vez más definida y concreta.
«Empezamos en Madrid, ni Miguel ni yo vivíamos en la capital por lo que la escritura venía siempre acompañada de la previa búsqueda de un lugar donde poder reunirnos tranquilamente. Muchas son las cafeterías y casas en las que hemos montado nuestro pequeño campamento y muchos son los amigos a los que debemos agradecerles el techo prestado para refugiarnos«.
«Varios meses después llegó París donde Miguel se trasladó para vivir una breve temporada, la cual ayudó a que nuestra historia cogiera cuerpo y a que él mismo supiera hacia dónde encaminarla. Colonia fue el destino que elegimos para volver a encontrarnos y seguir trabajando, aunque efímeramente».
«Han sido muchos días, semanas, meses trabajando juntos. Cuando salimos de la escuela, él dirigiendo cortos y yo escribiendo obras teatrales, ni se nos había pasado por la cabeza que llegaríamos a escribir un largometraje, este largometraje. La Viajante. Ya forma parte de nosotros, de todo el equipo que lleva conviviendo con ella aun sin estar siquiera escrita».
Incluso en las temporadas donde cada uno debía quedarse en sus respectivos hogares(él en Tenerife, yo en Guadalajara) seguíamos escribiendo, la confianza y complicidad iba en aumento. Al final escribir algo no es sino sacar de ti sensaciones, sentimientos. Y para escribir con alguien es básico que haya un mínimo entendimiento, sincronía.
Tras cierto tiempo, llegó el bloqueo. El temido parón. Necesitábamos aire fresco, algo que renovara las hojas y pudiera darnos otro punto de vista.
Por aquella época nos reuníamos en el piso donde se quedaba Miguel el cual compartía con Angharad (la productora) y un grupo de artistas que se encontraban prácticamente todos los días en la pequeña sala del piso, en “la cueva”. Músicos, escritores, pintores. Alberto Cobián y Edu Paynter (miembro de la banda madrileña Matatigre) también formaban parte de ese pequeño grupo de personas, músicos de un talento imponente, reservados, cuya simple presencia enamora desde el principio. Cogían la guitarra y creaban una atmósfera, un sonido que parecía increíble estar escuchando en aquel lugar en medio de la penumbra. Sin saberlo en aquel momento acabábamos de dar con los que serán los encargados de componer la música de nuestra historia.
No mucho después, en una de las reuniones de “la cueva”, Miguel me presentó a Rafael S. Montojo, escritor madrileño, siempre conversando con voz relajada y meditabundo, ácido a veces. Entre ellos había cierta armonía, las ideas parecían fluir, las conversaciones iban de un lado a otro sin ningún esfuerzo y Miguel le propuso colaborar con nosotros en el guión. Aceptó. Durante una semana estuvimos conviviendo en aquel piso de Madrid, los tres encerrados en “la cueva” intentando dar continuidad a todo aquello que habíamos ido armando. Ni siquiera había título, teníamos personajes y un destino más o menos claro pero nada más. Durante ese breve lapso algo cambió, de alguna forma motivó a la historia y a nosotros. Y continuamos de nuevo Miguel y yo.
Otro verano, meses que se agotan. Una noche saliendo del cine tras ver “Mala sangre”, comenzamos a hablar de aquel final que todavía no había llegado, caminábamos de vuelta al piso atravesando las viejas calles de un Madrid silencioso y casi en penumbra tanteando opciones, pensando en ELLA, la protagonista. Miguel volvía a Tenerife al día siguiente, teníamos que llegar a algo antes de que partiera. Y llegó. Mientras hacía sus maletas comprendimos el viaje que nuestra protagonista había iniciado y qué era aquello que la motivaba.
Muchos cambios se han realizado desde aquella noche, otros tantos meses han transcurrido ya. Podría seguir relatando qué sucedió a partir de entonces hasta el día de hoy, pero todo se resume en la decisión que tomó Miguel de no alargarlo más, de rodar La Viajante antes de que fuera demasiado tarde. Y así, encabezando un grupo de artistas y cineastas increíbles, decidimos seguir adelante con el proyecto, apoyándonos los unos a los otros cuando vemos que alguien flaquea. Es un camino largo pero, igual que le ocurre a nuestra viajante, es una decisión que siempre ha estado tomada, simplemente hemos tenido que esperar la oportunidad, el momento, para iniciar el recorrido.
Y aún queda peregrinaje, pero el destino es concreto y seguro».
Para participar:
http://www.verkami.com/projects/15477-la-viajante