¿Por qué no un salón “Made in Spain” con lo mejor?
Este mes, París ha acogido su certamen anual Made in France. Tomemos ejemplo y creemos uno aquí.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
Actualidad
La porte de Versailles parisina fue el escenario entre el 8 y 11 de noviembre de una nueva edición del salón Made in France, una cita que se ha convertido en sumamente esperada y frecuentada –ochenta mil personas en la de este 2019– por los amantes de lo hecho en territorio galo. Y no solo franceses. Cuando el made in China y otros made in de lugares donde la mano de obra no se valora en absoluto, pagando una miseria a aquellos que hacen realidad los objetos, eventos como este son una bocanada de aire fresco y esperanzador, que España debería de imitar, poniendo en pie su propio salón.
El emblema de Francia es el gallo, y no como sinónimo de chulería, sino porque son galois, galos. España siempre tuvo fama de copiona, ante la creativa Italia o la Francia del refinamiento, y de no creer en sus productos; un complejo de inferioridad a la hora de salir al extranjero. Por fortuna, los tiempos cambiaron, a mejor, en este campo, y la creatividad y el diseño compiten a nivel internacional.
En la octava edición del salón Made in France, que reunió a más de medio millar de expositores, encontramos de todo: desde un lavavajillas minúsculo hasta unas zapatillas de casa, deportivas, pasando por lápices, trapos, chocolates, juegos para niños, corbatas, cinturones, objetos de decoración, salchichones, galletas… Un sinfín de propuestas para colmar hasta los gustos de los más exigentes. No es la feria del lujo –o sí, por su rareza, en los tiempos que corren, de lo hecho en el país–, pero desde luego es la mejor prueba de patriotismo, porque crea puestos de trabajo, haciendo gente más dichosa, y ayuda sin duda a la economía. No es una utopía, sino una realidad, que atrae a cada vez más personas, hartas de ver que lo manufacturado lejos, aparte de contaminar el planeta en su transporte, resta en todos los campos: aquí, porque hay menos trabajo, y allí, porque los sueldos son míseros y en gran mayoría de casos reina la explotación.
Abogo desde aquí por la puesta en marcha más pronto que tarde de un salón Made in Spain, donde además de vehículos a motor, se reúna la gastronomía, los hoteles, los creadores de moda y complementos, que cada vez son más, productos de belleza, decoración… Los de la cuarta economía de la zona euros. Muchos de los habitantes de este país mosaico de culturas y lenguas se sorprenderán y por supuesto enorgullecerán de tanto bueno y bien hecho existente en sus más de medio millón de kilómetros cuadrados. Independientemente de las tendencias e ideas políticas que cada uno tenga, apostemos siempre por lo que nos une, más que por lo que nos separa, recordando aquel primer artículo de un adolescente Unamuno –tenía 15 años–, titulado “La unión constituye la fuerza” y publicado en El Noticiero Bilbaino. Y ¡viva el chovinismo!