¿Por qué no un salón “Made in Spain” con lo mejor?
Este mes, París ha acogido su certamen anual Made in France. Tomemos ejemplo y creemos uno aquí.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
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Cuando creíamos que todo estaba perdido, que apenas se podía hacer a favor de los libros, la introspección, la reflexión y la cultura, resulta que pertenecer a un club de lectura está más de moda que nunca. Reunirse para debatir en torno a un volumen siempre ha existido, aquí y allá, pero quizá ahora es más tendencia, si cabe.
Hablamos con impulsores y participantes en este tipo de iniciativas. Vaya por delante que la firmante promueve dos clubes y pertenece a un tercero.
Nakama es el proyecto de Miren y Rafa y se encuentra en el número 22 de la calle Pelayo, en el barrio de Chueca, en Madrid. Si les conoce, seguro que vuelve con frecuencia porque la selección es de gran nivel y ellos son lo mejor de todo.
Uno se pregunta cómo puede caber tanto en una librería de apenas 65 metros cuadrados. La respuesta hay que buscarla en el empeño y pasión que Miren y Rafa derrochan. Porque el club de lectura, en el que un domingo al mes se reúnen cerca de 15 personas, es sólo una pequeña muestra de todo lo que son capaces de hacer. Desde vermuts poéticos -también en el séptimo día- a presentaciones; cuentacuentos para adultos y para niños; exposiciones, e incluso, conciertos. Todo cabe en Nakama. Pero volvamos al club.
El libro es elegido de manera consecutiva por la librería y por uno de los miembros. Son mayoría las mujeres y las hay más y menos tímidas, pero las opiniones compartidas realmente enriquecen la lectura privada. En opinión de Rafa, «al final el libro es la excusa para hablar de lo tuyo, de tu vida y conoces a personas con intereses y sensibilidades afines». Desde el punto de vista del librero, señala su compañera Miren, «creas comunidad y, por supuesto, fidelizas a la clientela».
En otro lugar de la Comunidad de Madrid, concretamente en Villaviciosa de Odón (Eras, 39), y desde junio de 2018, se encuentran Los libros salvajes. A falta de uno, son tres (y pico) los encuentros con los que el matrimonio formado por Carmen y Félix agitan el panorama librero de la localidad.
Uno versa sobre literatura escrita por mujeres porque, hoy por hoy, la mesa de novedades está repleta de buenos títulos y, como advierten, «hace no tantos años lo hubieran tenido más difícil para llegar al mercado».
El segundo responde al título ‘Club de realidades’, y en sus palabras: «Engloba novelas, ensayos y géneros más híbridos que nos ayudan a caminar y saber por dónde puede ir, si es que esto es posible, el siglo XXI». Por último, el ‘Club de recomendaciones salvajes’, es decir, esos volúmenes que a ellos les han gustado mucho y que, bajo su punto de vista, no han tenido el eco que se merecen. Además, a partir de junio, a determinadas citas asistirán los autores dispuestos a someterse al juicio, en vivo y en directo, de los lectores.
En cuanto al balance, no dudan al responder que es muy bueno porque «se produce un intercambio muy fértil. El análisis de los personajes, de la estructura, del contenido… todo enriquece la lectura, que no deja de ser un acto individual. Ayuda a sedimentar ciertas sensaciones y aporta nuevas perspectivas. La hora y media que duran las sesiones del club son ratos especialmente gratos», concluyen.
En Pamplona, Katixa fundó la librería Deborahlibros. Se trata de un ejemplo de cómo la creación de un blog puede derivar en un espacio tangible, con baldas llenas de libros. El lema de esta mujer es ‘Lee más fuerte’ y a ello, sin duda, contribuyen las sesiones de su club deborhador.
De periodicidad mensual e inaugurado en el invierno de 2015-2016, Katixa comenzó con una sesión para destrozar y otra para ensalzar. En cualquiera de los dos casos, explica, «había que argumentar tanto la crítica como la alabanza». El primer día el título elegido fue Las 50 sombras de Grey. «Resultó que la gente sólo venía a destrozar, demostrando así que el deporte nacional no es el fútbol sino la crítica destructiva, así que varié la táctica. Desde entonces simplemente elijo títulos que me apetezcan a mí», señala.
Han leído y comentado: Claus y Lucas, de Agota Kristof; Nada, de Janne Teller; Cuentos escogidos, de Shirley Jackson, o El cuento de la criada, de Margaret Atwood, entre muchos otros. A ella le encanta observar las diferentes miradas o lecturas de un mismo texto. «Escuchar ideas o interpretaciones, que a ti no se te habían ocurrido, es la mejor forma de constatar la estructura poliédrica de la lectura», concluye.
El último sábado de cada mes, desde octubre y hasta mayo, se reúnen en la librería. Pero de junio a septiembre, Katixa y los participantes se trasladan a un jardín cubierto, junto al río Arga, en Villava. Es el Molino de San Andrés y la cita es el viernes, asimismo de la semana que cierra cada mes.
Que nadie crea que hablamos de una moda de grandes ciudades. Por fortuna también gana terreno en los núcleos rurales. Allí, mentes inquietas y activas, como Ana, en el municipio zaragozano de Arándiga, también los promueven. Porque se habla mucho de la España vaciada pero hacen falta más hechos.
En muchos casos es una vía para activar la biblioteca y combatir la soledad, principalmente, de las personas más mayores. En palabras de esta joven agricultora, «saber que dentro de unas semanas comentarás una lectura, te anima a abrirlo cada día, a acercarte a cada página con otra mirada y, por supuesto, a superar complejos y expresar en voz alta qué te hizo sentir la historia».
La cita inaugural coincidió con las elecciones generales, pero no fue impedimento. Asistieron más de una docena de personas que respondieron a la visita de la escritora aragonesa, Laura Serrano, quien firma Merecer la vida. Junto a ella comentaron cuánto les había emocionado la historia de la maestra y sus alumnas.
Amaya Ascunce es directora digital de ELLE.es, en cuya página de Facebook promueve un club. En la edición impresa de la revista, cada mes, comparte la recomendación. Además, participa en otra cita entre amigas.
«El club de ELLE comenzó hace ahora un año y es más una recomendación de un libro y la gente puede comentar lo que le ha parecido en un grupo de Facebook. Aunque también hay quienes me escriben por privado para decirme si les ha gustado o no. Están registradas 1.200 personas», comenta. Entre las ventajas de este formato, advierte que puedes seguir las sugerencias sin tener que asistir, que a veces es complicado. La desventaja es que son mucho menos participativos.
Amaya es quién decide qué se lee. Y su criterio es realmente bueno. Tiene una estantería donde deja los libros que ha leído y que merecen ser prestados. Justo de ella salen los títulos del club. Intenta compensar los que son muy tristes con otros divertidos.
Invita a pertenecer a un club porque uno tiende a leer siempre cosas similares. Además, conoces a otras personas y fomenta la empatía, la tolerancia. «Pero no solo eso, también entretiene, que me parece algo muy importante. Tener leer como hobby es una suerte. No necesitas grandes cosas. Y es algo que puedes hacer en cualquier lado», resume.
Y usted, ¿pertenece a un club de lectura?