Es la primera vez que Ignacio Lechón, Camino y Carlos Alonso, fundadores de Ábaton, junto al arquitecto senior del estudio Marta Hombrados, han concebido un proyecto de carácter espiritual. Se trata de un panteón construido en un cementerio del noroeste de Madrid. Con este trabajo, demuestran que para ellos la arquitectura siempre narra una historia, un significado y mucha coherencia.
En relación con el panteón, Camino Alonso indica que se concibió como “un lugar para recordar momentos de felicidad y mitigar el dolor de una perdida, donde poder encontrarse con el paso del tiempo, de una manera tranquila y serena”.
Castaño, hormigón y granito
Precisamente, y debido a la certeza del inevitable paso del tiempo, se eligieron materiales naturales que embellecen al envejecer: castaño, hormigón y granito. El diseño huye de artificios y tiende a líneas puras. Existe un banco frente al columbario, que invita al recogimiento del visitante en un espacio abierto, que conecta con la naturaleza y su simbolismo: un olivo, árbol de larguísima vida y bello envejecimiento, asociado a la paz y un ciprés, plantado en la parte posterior coincidiendo con la cruz troquelada en el hormigón, y cuya longitudinalidad simboliza el acercamiento a lo divino con el paso de la vida.
Cabe poner el acento en otros elementos como la cruz, que guarda la proporción dorada, o medida áurea, y que contribuye a la armonía que busca el conjunto. En cuanto a la cimentación, se retranquea respecto al volumen con el objetivo de dar la sensación de que la pieza flota y se eleva.
Al panteón se accede por una pieza exenta de granito y está diseñado para nichos y féretros.
Sin duda, la obra destaca en el conjunto de su emplazamiento, y viene a demostrar que también en este sector es posible evolucionar y presentar proyectos modernos sin perder coherencia en el fin para que el están pensados.