Ubicado en el corazón de Oporto, Portugal, Porta 110 es el último proyecto del diseñador de interiores João Tavares da Rocha. Ocupa una mansión señorial Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, a pocas cuadras de la Plaza de la Libertad, la Avenida de los Aliados y la Catedral, ubicado en la calle Río de Janeiro 31, consta de 4 suites únicas y lujosa área de recepción.

La grandeza clásica del edificio histórico de Porta 110 está eclécticamente enriquecida por un diseño de referencias minimalistas, materiales y colores que abarcan tres predominantes. Meticulosamente restaurado a su esplendor palaciego, la mansión cuenta con grandes ventanales de techos altos, gloriosos techos y una magnífica escalera que recorre el edificio.

Unificadas por la paleta de colores completamente blanca para las paredes y negro para el techo, la suntuosa textura de los tableros de madera que se extienden por todo el piso, las áreas antes mencionadas están delineadas de manera discreta por una serie de intervenciones que inteligentemente también tienen un propósito práctico.

Decorado eclécticamente con una mezcla de piezas a medida y modernistas que recogen la paleta de colores tenues de las superficies de madera gris y piedra, y con detalles minimalistas y una carpintería exquisitamente elaborada, las suites son un paradigma de sofisticación sutil mayores que el edificio que ocupa. Interiores que cobran vida a través de una colección cuidadosamente seleccionada de muebles y objetos decorativos de todo el mundo, una delicada paleta de colores, como el blanco, el negro, el gris y el amarillo, así como texturas, desde lana, algodón y seda, hasta la madera, cerámica y porcelana.

El interiorista también ha desarrollado un talento único en el uso de materiales humildes y naturales de manera innovadora al combinar a la perfección las técnicas de artesanía tradicionales con tecnologías innovadoras.

Los materiales cuidadosamente seleccionados combinan una estética contemporánea de corte limpio con una grandeza elegante como corresponde al histórico edificio portugués. El parquet uniforme teñido de gris y paneles de madera lacados en blanco reinterpreta los clásicos interiores a través de una lente moderna, mientras que el revestimiento de piedra arenisca pálido entre las ventanas equilibran armoniosamente la madera.

El cuarto de baño, que se encuentra dentro de la caja con paneles de cerámica, es un refugio fresco y monocromático en yuxtaposición a los tonos más cálidos y las texturas más suaves del resto del apartamento.

Dispersos por todo el hotel, las obras e ilustraciones mixtas  destacan contra el refinamiento de la decoración con sus llamativos y expresivos trazos y dinamismo abstracto y crudo. La estética gráfica se combina con el encanto pintoresco y la sencillez sin complicaciones.

El hotel rinde homenaje al impacto cultural de la sencillez, a la belleza de lo puro.