¿Por qué no un salón “Made in Spain” con lo mejor?
Este mes, París ha acogido su certamen anual Made in France. Tomemos ejemplo y creemos uno aquí.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
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Un verano más, el Grimaldi Forum del Principado pone en pie una exposición de envergadura. En esta ocasión, se ha interesado por el Egipto de la época faraónica, y en concreto por la orfebrería más sobresaliente de 2.500 años del que fuera un imperio mundial, entre la Iª Dinastía (3100-2900 a. de C.) y la XXV Dinastía (775-653 a. de C.). Tesoros que se hallaron en tumbas de reyes y príncipes y que se desvelan al público muchos de ellos por vez primera, dejando ver el desenfrenado tren de vida de la alta sociedad egipcia.
Si hace diez años, el tema elegido por este centro cultural fueron las reinas egipcias, que causó sensación, la que se ha inaugurado el 7 de julio, promete. En más de tres mil metros cuadrados se presentan ciento cincuenta obras maestras provenientes del museo del Cairo, así como multitud de creaciones en joyas y orfebrería, que portaban tanto mujeres como hombres, y todo un símbolo de estatus y poder. Además, estas piezas de oro, la mayoría, poseían un gran valor mercantil, al no existir en aquel periodo la moneda.
El mito de eldorado, pero en este caso no nos remite a Latinoamérica –eso será mucho más tarde–, sino a tierras del Nilo. Una vida de fastos, en la que el faraón, el máximo mandatario del imperio, atesoraba grandes cantidades de oro. Solo al templo de Karnak llegaban doscientos cincuenta kilos de oro al año. Aparte de la tumba de Tutankamón, otro ejemplo de riqueza máxima son los tesoros de Tanis, cuya localización fue fruto del azar, y que demuestran, como en el conjunto de las piezas, la destreza y el saber hacer de los artesanos, que “en muchos casos tenían un secreto a la hora de dar forma a cada pieza, que transmitían de generación en generación”, como señala Christiane Ziegler, comisaria de esta exposición del Grimaldi Forum y una de las grandes eminencias en antigüedades egipcias a nivel internacional.
Joyas que además de oro, en más de un caso muestran piedras intensas, como el lapislázuli, la cornalina roja, el feldespato verde… Piezas de joyería sorprendentes, como los brazaletes del rey Djer, hallados en su tumba de Abydos; o los que realizados en plata e incrustados de mariposas, pertenecientes a Hetepheres, madre del faraón Kheops. El apogeo de la joyería egipcia fue sin duda la XII dinastía. Maravillas ante nuestros ojos, que podrían ser muchas más, en cuanto a cantidad, si las tumbas de otros grandes, como por ejemplo la reina Ahhotep, no hubieran sido saqueadas. “El oro era como una emanación del sol, la carne de los dioses”, según Ziegler, de ahí ese afán por idolatrarlo.
Las obras expuestas en Mónaco han sido prestadas por diferentes instituciones: desde el museo del Cairo, con el préstamo de las 150 obras más grandes, al Louvre, pasando por el Museo Egizio (Turín), los Musées royaux d’Art et d’Histoire (Bruselas) y el KHM (Viena), entre otros. El papel de los patrocinadores ha sido también esencial, siendo posible que la exposición se ponga en pie gracias a la Compagnie Monégasque de Banque, Sotheby’s y D’Amico Group el que se ponga en pie. No pueden perdérsela si tienen pensado recalar este verano en el Principado, un lugar del que daremos sugerencias en cuanto a hoteles y lugares por descubrir en próximas entregas.