Más libros para estos días extraños
Nos ha sucedido en los últimos tiempos: disminuimos o dejamos directamente de leer como antes. Quizá esta crisis nos haga recuperar viejos (y saludables) hábitos
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
L de Libros
Fue el verano pasado cuando llegó a nuestras manos Corazón que ríe, corazón que llora. Y nos acompañó en alguna tarde al borde de la piscina. Nos acompañó y nos fascinó tanto que apenas nos sumergimos en el agua. Lo estábamos haciendo en otra profundidad, la de la vida de esta gran dama de las letras que sería un error no querer conocer.
Cuando supimos de la edición del segundo volumen, La vida sin maquillaje, que continúa el relato de su vida, entendimos por qué Impedimenta es una gran editorial. No hay duda de su exquisito gusto al elegir títulos ni tampoco acerca de las traducciones, e incluso, de la belleza de las portadas. Ahora, tenemos ya entre las manos, esta vez ya no junto a una piscina, un libro que ansiamos disfrutar tanto como el primero. Asistimos ahora a ese nerviosismo que produce el simple roce de unas páginas que sabemos conmovedoras.
Nunca antes habíamos escuchado el nombre de ella, disculpen nuestra ignorancia. Discúlpennos cuando ella, Condé, es una de las escritoras en lengua francesa más importantes del siglo XX. Cabe señalar tan solo uno de los numerosos galardones que ha recibido en su carrera, el Premio Nobel Alternativo de Literatura, otorgado en 2018.
Vio la luz en 1937 en Pointe-à-Pitre, capital del archipiélago antillano de Guadalupe. Precisamente en Corazón que ríe, corazón que llora conocemos los detalles de su llegada al mundo. Y queda claro que alguien capaz de narrar ese momento de esa manera, no puede ser más que una excelentísima literata. Pero no solo es, además ha sido y sigue siendo una mujer inconformista, combativa y comprometida. Y muy feminista.
En declaraciones a la revista PORT, señaló: “Escribí mi biografía porque quería disipar ciertos mitos, presentarme tal y como soy, sin engaños ni exageraciones. Quería, sobre todo, hablar de mi compromiso feminista”.
Además, en ese primer volumen acometió la valiente empresa de acercarse a las mujeres de su familia. Desde su madre, una mujer demasiado exigente a quien temía decepcionar, a su abuela, la yaya Élodie. Quizá porque entre la anciana y su madre existía una relación enigmática que a ella, siendo niña, ya sorprendía. Con una voz propia ha analizado la memoria, la raza y la identidad de las mujeres.
Martha Asunción Alonso traduce La vida sin maquillaje y, como ya hiciera en el primer libro editado por Impedimenta, elige las palabras idóneas para transmitir su honestidad e ironía, su delicadeza y crudeza.
No desvelaremos detalles de la infancia retratada en el primer libro ni tampoco de la juventud detallada en el segundo. Tan solo les diremos, queridos lectores, que sería un error dejar pasar la oportunidad de conocer y deleitarse con la existencia, única, irrepetible y admirable, de Condé.