Sorprendente es una buena palabra para definir Papiroga. Detrás hay ingenio español y aunque ellas, Estefanía y Leire, son con quienes se asocia y quienes ejercen de maravillosas modelos de muchas de sus propuestas, esta senda, la del emprendimiento, la decidieron recorrer junto a una tercera persona, Daniel Coma-Cros.
Su pequeña criatura ha crecido mucho y se ha expandido por tierra y casi por mar y aire. Como prueba, su espectacular tienda inaugurada hace unas semanas en la madrileña calle de Francisco de Rojas, 1. Desde el inicio de esta bella historia han transcurrido ya ocho años, habitando, hasta llegar a la ubicación actual, tres establecimientos diferentes.
El nuevo es espectacular. Rosa, azul y amarillo, sin medias tintas. A todo color. Y con piscina de bolas incluida, para que nadie se corte y deje las tensiones. Esperemos que luego, ellas y el equipo de la tienda, sepan cómo limpiar la energía…
Pero si de energía de la buena se trata, la suya es insuperable. Porque de algún modo incluso quieren cambiar el ánimo con sus artículos. Ellas, en persona son enérgicas y, si alguien les confiesa, como quien esto suscribe, “No me atrevo con vuestros pendientes porque creo que son demasiado para mí”, posiblemente obtengan como respuesta un: “Anímate, porque cambian tu look radicalmente”.
Y así es, se elija el que se elija, de mayor o menor tamaño, es el complemento adecuado cuando no se encuentra motivación matinal. Son perfectos cuando el negro es el color elegido para el vestuario. Son tan ideales que siempre hay una y dos personas que te preguntan: “¿Son unos Papiroga, verdad?”. Porque ellos han conseguido algo realmente especial: que todo el mundo distinga e identifique su obra.
Sucede que cuando se cae en la tentación el idilio con la firma es eterno. Resulta irremediable porque cada colección es diferente a todo lo anterior, si bien, para alegría de todos, mantienen algunos de sus superventas. Existe otro factor que multiplica las ansias de poseer no uno ni dos artículos, y es que algunas piezas están varios colores. Entonces el dilema es no solo elegir modelo, sino también quedarse con un solo color.
Lo último de lo último es la colección Las Marianas. Cada uno encontrará los adjetivos para definirla, porque en torno a la belleza y lo que tiene un componente artístico ya se sabe, pero quizá entre ellos se encuentre el de clásico. Sí, esta vez existen opciones más sobrias. Al menos, es nuestra percepción. Si bien, que nadie se asuste, sigue siendo 100% Papiroga.
Pero no solo hablamos de pendientes, en la nueva tienda se mantienen collares convertidos asimismo en clásicos y esas innovadoras coronas-diadema con las que se pusieron el mundo por montera, en su línea, hace apenas unos meses.
En cuanto a precios, nada escandalosos y sensatos cuando hablamos de originalidad y calidad. Porque luego llegaron otros e hicieron lo que se acostumbra, copiar en la medida de lo posible. Nosotros seguimos queriendo tener un joyero lleno de Papiroga.