John Martin Sahayananda y la búsqueda
La visión espiritual de este monje benedictino indio se detiene en la libertad del ser humano, su originalidad y creatividad.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
En un café
Es extraño encontrar a filósofos o filósofas en primera línea de la vida pública o de las organizaciones, pero aquí tenemos un ejemplo. Un buen ejemplo. Adela Cortina es posiblemente la mayor experta de nuestro país en ética y una de las mejores divulgadoras de este valor. El mundo está cambiando y muy rápido.
Catedrática de Ética en la Universidad de Valencia, es también directora de la Fundación Étnor, creada en 1994 para fomentar la ética de las empresas y las organizaciones. Además de dar numerosas conferencias y pertenecer a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas –ha sido la primera mujer en entrar- encuentra tiempo para escribir libros como ¿Para qué sirve realmente la ética? con el que ganó el Premio Nacional de Ensayo 2014.
¿Por dónde empezamos?
Podríamos empezar reconociendo que ya se están haciendo algunas cosas en mi especialidad que están bien.
¿Ah, sí?
En Étnor trabajamos en el campo de la ética aplicada y podemos ver algunos buenos ejemplos regularmente, aunque también es cierto que otros no lo son. Por eso los ciudadanos debemos elegir bien qué apoyar.
Sí, los ciudadanos tenemos nuestra parte de responsabilidad sobre lo que ocurre a nivel social…
Mira, un ciudadano es aquel que no es esclavo ni siervo sino su propio señor (o señora). Y ser ciudadano implica desarrollar tres cualidades: la libertad entendida como autonomía, el individuo tiene que asumir sus propias decisiones. La igualdad y, por último, la solidaridad que nos habla de una vulnerabilidad que nos alcanza a todos. Yo creo que éste ha sido el gran aprendizaje de los últimos años: la vulnerabilidad también nos toca a nosotros.
Queda mucho por aprender ¿no?
Pues sí. Como el aprendizaje de la interdependencia -un asunto clave-, el respeto -que va más allá de la tolerancia y pasa por aceptar las diferencias entre unos y otros-, el diálogo… La asunción de todo ello es lo que define a una ciudadanía madura que, además, influye en que los países caminen y evolucionen.
Y un tema aparte es el de la ética en la empresa.
En ese campo el papel de la ética consiste en generar un carácter y una predisposición que definan a la empresa. Tenemos que recordar que la ética empresarial se empezó a articular en los años 70 apoyándose en tres principios: la ética de la empresa no es la ética de los empresarios, obviamente tiene que estar incluida pero va más allá. Ha de generar un clima ético trasversal a partir de un código ético elaborado junto a los grupos de interés –o stakeholders– y asumido por todos.
¿La segunda?
No hablar de una ética de la convicción sino de una ética de la responsabilidad. La actividad empresarial tiene consecuencias para su actividad y también para la sociedad.
¿Y la tercera?
Manifestar interés por todos los afectados por la actividad empresarial, a lo largo de todo el proceso.
Pero vista la situación en la que estamos hoy no creo que podamos decir que todo esto ha calado en la sociedad.
Es cierto. En 1990 Kofi Annan puso en marcha el Pacto Mundial en el seno de la ONU y muchísimas empresas se sumaron pero ¿cumplieron? Pues no, mira cómo estamos ahora.
¿Entonces?
Estamos caminando. La Responsabilidad Social Corporativa, que llegó después, ha puesto el acento en que las empresas cumplan con la legalidad y asuman la responsabilidad por sus resultados económicos, medioambientales y sociales. No voy a decir que ya está todo conseguido, pero este nuevo marco hace que las empresas sean más prudentes porque más vale crear aliados que adversarios.
¿Más prudentes?
Sí, sí porque cuando una empresa tiene en cuenta las expectativas de sus empleados, proveedores, entorno social… y no sólo las de los consumidores, les hace ser más prudentes y eso es mejor.
Y todo esto que nos cuentas ¿qué tiene que ver con la base evolutiva del ser humano? Es algo de lo que vienes hablando…
Mucho, porque mientras algunos estudiosos hablan de que los seres humanos somos egoístas racionales porque sólo buscamos nuestro propio beneficio, en los últimos años la biología ha presentado una serie de descubrimientos que desmontan esta idea.
¿Por ejemplo?
Más que maximizadores de beneficios, las personas somos ‘reciprocadores’, es decir, estamos dispuestos a dar siempre que, de alguna manera, podamos recibir algo a cambio, de naturaleza material o no y tal vez por un tercero. Esa es la clave de la cooperación y de la conducta del ser humano y la gran solución al dilema del altruísmo biológico que planteó Darwin.
Me cuesta verlo en esos términos
Mira, cuenta el psicobiólogo Michael Tomasello que nunca veremos a dos primates transportando un tronco juntos, pero eso sí lo hacemos los humanos. Apoyamos a los seres vulnerables porque somos ‘reciprocadores’. Y eso, de algún modo, está también en la necesidad de reputación de las empresas…. Pero no quiero acabar sin incidir en que ni las empresas, ni los gobiernos, ni ninguna entidad debe olvidar que los seres humanos tienen dignidad por sí mismos, no somos un medio, no se nos puede instrumentalizar. Decía Kant que los seres humanos no tenemos precio sino dignidad. Recordémoslo.
Gracias por este articulo.