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“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne


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Con Ángela Matallanos

Le conmueve el sufrimiento que generamos en nuestros adolescentes y se apasiona por tratar de ayudarles a resolver sus conflictos.

Lleva más de 20 años ayudando a los adolescentes y sus familias a través de la terapia psicológica en diferentes contextos como “un centro de menores de violencia filio-parental al que llegaban los chavales tras ser denunciados por sus padres y en el que estuve 7 años”. Ahí formó parte de un programa terapéutico pionero en España -“en el que empezamos con 15 chicos de entre 14 y 18 años pero llegaron a sumar 50”- y del que se siente muy orgullosa. Pero ¿qué pasaba después de los 18 años? ¿O cuando salían de la institución tras cumplir la medida judicial pero sin concluir el proceso terapéutico? ¿O cómo se podía evitar llegar a esta situación? Para dar respuesta al vacío existente creo “Adolescenter”.

Actualmente sigue viendo a los adolescentes y sus familias en su centro, impulsa un proyecto de investigación pionero en España sobre el mundo de las novatadas y sus consecuencias y está estudiando la posibilidad de presentar Adolescenter en ámbito de la empresa. “Creo que sería muy útil organizar pequeñas conferencias sobre la educación y los problemas familiares aprovechando la hora de las comida. Si los padres tienen tan poco tiempo… habrá que buscar opciones creativas”.

Empecemos por el final. ¿Te atreves a dar a los padres 6 o 7 reglas de oro para intentar evitar conductas de riesgo en sus hijos adolescentes?
La clave es que se sepan mirados y para eso: cenemos y comamos habitualmente juntos; cuidemos la comunicación preguntándoles sin ser invasivos y sin esperar siempre una respuesta, porque eso es suficiente para que sepan que nos interesamos por ellos; utilicemos el humor siempre que sea posible; fijémonos en ellos y más que atacar su imagen digamos “que guapo o guapa vas” o “me gusta cómo has mezclado esas prendas”; señalémosles lo bueno o lo malo siendo fieles a nuestro criterio, es decir podemos decirles “que bien te organizas” cuando sea así o recordarle “recoge tu habitación” cuando lo necesite. ¡Ah! y compartir tiempo de ocio, aunque no es necesario que sea fuera de casa, podemos cocinar juntos.

 ¿Cómo son nuestros adolescentes?
Son chavales con la problemática propia de esa etapa, pero con el plus añadido del “boom” de las nuevas tecnologías. Además, crecen en familias en las que trabajan ambos progenitores o, al contrario, familias que tras el crecimiento económico de hace unos años ahora perciben los efectos de la crisis vigente…

Vayamos por partes ¿apuntas que el trabajo de ambos progenitores es un problema?
Es un problema porque los padres no nos hemos sentado a pensar cómo nos vamos a organizar (y no hablo sólo de la “logística”). El problema no es que la mujer trabaje fuera de casa sino pasar por alto cómo vamos a cubrir las necesidades existentes en la familia.

¿Los adolescentes siguen necesitando que sus padres estén ahí?
Necesitan compañía. No tan exhaustiva como cuando eran niños, pero necesitan mucho más acompañamiento que cuando eran pequeños en límites, crecimiento emocional…

¿Y los padres estamos preparados para hacer ese acompañamiento?
No estoy muy segura. Yo creo que estamos dejando demasiado solos a los chicos en ese sentido. En nuestra sociedad vivimos una moda de “todo para los niños” (moda, películas, libros…) pero en el fondo, en la familia, hay poca relación con ellos. Y repito que con los adolescentes es muy importante compartir un ocio saludable.

¿Cómo se hace eso?
Buscando campos comunes de interés. Podemos hacer deporte juntos o jugar a un videojuego pero juntos, no cada uno por su lado.

¿Es posible que no sepamos pasárnoslo bien juntos?
Es posible, pero eso es algo que ellos necesitan de sus padres. Y ahí perder el tiempo es ganarlo.

¿Los padres tenemos claro la importancia de esos gestos?
No. Los adultos nos estamos refugiando en el trabajo y al llegar a casa no reconocemos a nuestros propios hijos.

¡Buf!
Los desafíos que nos plantean nos pueden parecer muy extraordinarios pero en el fondo lo que los chicos nos están expresando es su malestar y su necesidad de ser escuchados.

Has dicho que los adultos nos refugiamos en el trabajo…
… de las dificultades familiares, de estas pequeñas frustraciones que nos cuesta encauzar y de la sensación de no poder organizar nuestra propia vida. En esta sociedad el adulto siente que tiene que ser bastante omnipotente, que tiene que poder con todo.

¿Ves esto en tu centro?
Sí. Los adultos cuando llegan no suelen ser conscientes, pero cuando les comento que deben darles un poco más de tiempo a los chicos, que tienen que encontrar huecos para escucharles lo que recibo es “estoy muy liado o liada. Mi hijo no se da cuenta de que tengo muchísimo trabajo, pero yo le doy todo lo que quiere…”. El cuidado lo estamos traduciendo a bienes materiales y hasta ahora el dinero “ha tapado” muchas cosas pero la parte positiva de esta crisis es que nos puede obligar a una vuelta a lo esencial y recuperar el valor de lo gratuito.

Hablas de la crisis. Imaginemos una familia en la que el padre recibe de su empresa la propuesta de irse a trabajar al extranjero o quedarse en casa. Decide irse y dejar a la familia aquí. ¿Cuál sería una buena gestión de la situación?
A pesar de la distancia, es fundamental mantener contacto cotidiano con los hijos y aquí las nuevas tecnologías son un excelente instrumento (whatsapp, skype…). Además, conviene comunicarse con cartas o pequeños detalles que los chicos puedan tocar y que reciban en momentos especiales. Necesitan oír “me he acordado de que hoy tenías ese examen que tanto te preocupaba ¿cómo ha ido?”.

¿Qué hay debajo de un conflicto con un adolescente?
Una petición de ayuda. El problema es que los adolescentes y los niños nos hablan en un lenguaje que no entendemos… como si fuese arameo (se ríe). Debemos parar, mirarles profundamente y escucharles.

¿De verdad es así?
En la época en la que trabajaba en el centro de menores veía que los padres les decían a los chavales que estaban allí internados “¿qué quieres que te traiga?”. Y lo más habitual es que sus hijos les dijeran “lo que quiero es que vengas a la próxima visita y que me llames entre semana”.

Me impresiona…
Es que no sabes cómo sufren los chavales. A veces el problema es que les infantilizamos mucho en unas cosas y en otras les pedimos una serie de responsabilidades que no les corresponden. Hay que ser coherentes.

¿Qué quieres decir?
Imagínate un chaval de 15 años que les prepara la comida todos los días a sus hermanos porque la madre trabaja muchísimo y está separada. Ese niño realmente representa el papel del progenitor y tiene muchísima responsabilidad e independencia en el contexto familiar. Cuando el fin de semana el chico le dice a su madre que se va con su novia y ella le responde que eso no puede ser porque sólo tiene 15 años está fallando la coherencia y eso es un gran problema. Este es un caso extremo donde se ve muy claro, pero a menor nivel nos puede pasar a muchos.

¿Crees que los hijos de separados o ser adoptado puede tener relación con ciertas  complejidades?
Yo no lo diría así. El niño adoptado, por ejemplo, viene con un plus, pero también algunos niños biológicos presentan situaciones que para los padres pueden ser muy difíciles. Por ejemplo, estoy viendo que en niños con alergias se producen situaciones que los padres viven como invalidantes y se sienten desbordados. En esos casos, lo que habría que hacer es ayudar a los padres a enfocar la situación y a rebajar el nivel de angustia. Lo importante es buscar (¡y llegar a encontrar!) ayuda especializada y específica en ese perfil concreto. Una oportuna intervención terapéutica puede solucionar muchos problemas presentes y futuros.

Respecto a la convivencia familiar, ?el problema que más te consultan es…?
Los conflictos con los adolescentes. Sobre todo porque cuestiona a los padres y pide respuestas a los adultos que, a veces, es muy complicado ofrecer. Es el momento en el que los límites se ponen a prueba y los adolescentes, para eso, son unos expertos. En los padres hay preocupación por sus hijos pero también hay mucha prisa a la hora de buscar soluciones.

¿Y?
Las soluciones rápidas no siempre son las mejores. Por ejemplo con el TDHA los chicos están “diciendo” cosas y en lugar de escucharles les estamos dando una solución rápida en forma de pastilla, y ahí se puede forjar violencia para el futuro. Muchos de los chicos del centro tenían diagnóstico de TDHA y eso hace que ya vengan con una etiqueta previa.

Dices que los adolescentes necesitan límites ¿qué estamos haciendo los padres al respecto?
Los chicos necesitan límites porque necesitan que les enseñemos qué está bien y qué está mal. El límite no es sólo un “no” sino también un gesto que implica protección y cuidado. Los chicos sufren mucho por esto y lo expresan a través de la violencia, el fracaso escolar, las adicciones…  Y mientras, los adultos ponemos nuestro énfasis en ofrecerles lo material y a veces también volcándonos en lo académico pero descuidamos lo emocional-personal. ¡Fíjate! la mayoría de los chavales que teníamos en el centro de menores tenían un nivel intelectual muy alto, alguno era superdotado. Y yo he visto como suspendían porque creían que era la única manera de conseguir que su padre les escuchara. Y efectivamente era así.

Suena fuerte eso que dices…
En el centro algunos chicos tenían orden de alejamiento de sus padres y teníamos que pedir al juez el alzamiento de la orden en los momentos de terapia para poder trabajar con la familia. Lo interesante era que los efectos de esos 6-8-12 meses que el chaval estaba en el centro y trabajábamos juntos se notaban muchísimo, aunque eran insuficientes. Un problema añadido es que aunque en la Administración existen buenos recursos no siempre están bien empleados.

¿Cómo empieza todo antes de que un chico –o chica- llegue a un centro de menores?
El chico no empieza a pasar los límites de lo permitido de manera rotunda un día cualquiera. En mi experiencia he visto que hacia los 9-12 años suelen producirse situaciones complicadas que no se llegan a resolver y ése es el comienzo. Es en la adolescencia cuando reaparecen los conflictos pero multiplicados por la edad del chico y la cronicidad del problema. Si se buscasen soluciones y tratamientos especializados en esa primera etapa se evitaría mucho sufrimiento posterior por parte de todos y que el problema se enquistara.

¿Me podrías dibujar un escenario típico que indicara que algo no va bien a este nivel?
Se caracteriza por la existencia de discusiones habituales en las que los padres se sienten desbordados y tienen sentimientos frecuentes de “no sé qué hacer con este niño”. En algunos casos a partir de ahí empieza un peregrinaje por un montón de recursos públicos y privados que también dejan mucho que desear. Es muy importante la especialización y si hacemos terapia de pareja o infantil o adolescente el profesional debe ser experto porque si estás a todo, no haces bien nada.

¿Qué papel juega el consumo de alcohol y drogas en los adolescentes problemáticos?
Es un refugio. En mi experiencia he visto que los tóxicos en ellos cumplen el mismo papel que los ansiolíticos en cierto espectro de la población adulta. Hay chicos que fuman marihuana por la noche antes de dormir…

Y sobre educación e iniciación sexual ¿qué me cuentas?
Hoy todavía en la educación sexual hay muchísima confusión y los chicos a menudo lo que buscan es afecto en el sexo, de ahí el elevado número de embarazos adolescentes.

¿Cómo pueden hacer llegar su afecto al adolescente unos padres?
Con mucho humor porque con el adolescente hay que desdramatizar mucho ya que esa es su tendencia, con cercanía y preocupándose por sus cosas sin interrogarles y sin esperar una respuesta.

¿Hay que dejarles cerrar la puerta de su habitación?
Sí, pero llamando de vez en cuando para preguntarles si va todo bien porque no se oye la música alta…Y hay que castigarles explicándoles por qué y para qué, desde pequeños. Ese es el cuidado y el afecto que perciben muy bien.

¿Cómo se desbloquea una situación de incomunicación?
Yo empezaría por un espacio de ocio compartido neutro, es decir por algo que no se haya hecho antes y que se haga fuera de casa. Algo nuevo y que sorprenda al adolescente, que seguro que va a protestar y a poner en jaque al adulto, pero que en el fondo necesita sentir que sus padres se interesan por él. Y todo esto con respeto. Sé que en algunos casos no es fácil, pero no es imposible.

Madre mía no sé cómo digerir todo lo que cuentas…
En el fondo sólo es cuestión de pararnos a pensar con sensibilidad y afecto. Y buscar ayuda especializada cuando sea necesario… Creo que la salud mental está muy denostada y estamos viendo las consecuencias que está teniendo, pero seguimos haciendo caso omiso.

6 Responses to Con Ángela Matallanos

  1. Elia Frías dijo:

    Estimada Ángela,

    Ante todo, felicidades por esta fantástica entrevista, creo que es clarificadora y da absolutamente en el clavo. Soy Psicóloga y unas de las actividades que más demanda tiene actualmente es la «Escuelas de familias». Me doy cuenta de la desorientación que rodea a muchos de los padres que acuden y lo que más me preocupa es que con la teoría no es suficiente, si no se ponen en marcha los recursos aprendidos, no sirve de nada. También estoy de acuerdo con su comentario respecto a que «darle lo mejor a nuestros hijos» se reduce a darles muchas cosas materiales; el último móvil, ropa de marca, dinero… y tengo claro que eso no es lo mejor. Aunque tengamos poco tiempo para dedicarle a nuestros hijos, que sea «tiempo Pata Negra»
    Gracias por su entrevista, reciba un cordial saludo,

    Elia Frías Moreno

  2. Javier dijo:

    Al final todo se reduce a lo mismo los hijos requieren tiempo es lo único que de verdad un hijo pide,lo malo es que eso es precisamente lo que no tenemos y si lo tenemos es cansado dedicárselo a ellos es más fácil quedarte delante de la tele y educar a un hijo es difícil, pesado, cansado, constante y coherente, reunir todos esos requisitos es cuánto menos complicado y al final cada uno hace lo que puede.
    En fin nadie dijo cuando todo era bonito (todavía estaban dentro de la tripa) que esto iba a ser tan difícil, cansado, pesado ………
    Un saludo

  3. Miguel Gayá dijo:

    Conocí a Ángela compartiendo un grupo de trabajo en la Universidad de Alcalá de Henares, el título «Terapia asistida por perros en la rehabilitación de adolescentes en conflicto»; la frescura y riqueza de sus opiniones me resultaron muy enriquecedoras desde el punto de vista profesional y personal.
    R.J. Flym (1987) publicó los resultados de un extenso estudio: los adolescentes actuales han aumentado ¡15 puntos! su CI respecto a generaciones anteriores; de forma paralela, hay estudios que demuestran que están más confusos emocionalmente.
    Está entrevista ilumina el porqué, si les damos de comer, ropa, cobijo, estudios y sacan buenas notas… todo va bien. Hemos perdido la presencia de un/a madre/padre en el hogar, la dedicación de tiempo, ocio; hemos relegado la educación emocional.
    Una prescripción ni un día sin un abrazo o beso sincero a nuestros hijos.
    Gracias a Paloma y Ángela por esta entrevista que tanto me ha aportado como psicólogo, como padre y como persona.

  4. carmen dijo:

    magnífica entrevista a Angela como no podía ser menos, a una persona que trabaja por y para los menores y familias, apuntando claramente donde residen los conflictos y las herramientas para poder avanzar en sus soluciones. Lo digo a nivel personal conozco el trabajo de Angela desde hace años, y pocas personas en este campo creo tienen tanta implicación y ganas de seguir ayudando y apoyando a las familias, aun a pesar de los inconvenientes que hayan surgido. ADELANTE ANGELA CON TU TRABAJO.

  5. Muchas gracias, por los comentarios y aportaciones, especialmente a Miguel Gaya. Es importante y necesario que haya profesionales trabajando en estos temas con sensibilidad y cercanía hacia adolescentes y padres, en distintos puntos de España. Elia mucho ánimo en la labor hacia los núcleos rurales, me parece imprescindible!
    Es cierto que los chicos necesitan tiempo, Javier, pero también se van adaptando a las circunstancias que se vive en cada familia. El problema es cuando nunca o casi nunca podemos dedicarles un rato, un comentario, una sonrisa… Es ahí cuando comienzan a buscar otras cosas y empiezan las dificultades.
    Por eso, y porque en general es difícil pararse a disfrutar de las relaciones humanas, como muy bien dice Carmen, hay que seguir adelante… todos!
    Mi agradecimiento a Paloma por su sensibilidad, más allá de su trabajo…
    Un abrazo.

  6. Elena dijo:

    Preciosa entrevista! Gran aportación! Muchas gracias!

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