John Martin Sahayananda y la búsqueda
La visión espiritual de este monje benedictino indio se detiene en la libertad del ser humano, su originalidad y creatividad.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
En un café
Este agricultor ecológico recogía firmas para salvar las focas del Ártico a los 14 años con sus amigos del Club de Linces (Adena), a los 18 años era activista en Comaden (futuro Ecologistas en Acción), a los 35 se dedicó a la consultoría y formación y a los 38 decidió trabajar la tierra. Junto con unos amigos organizó una huerta para que los madrileños pudieran comer verdura fresca ecológica todo el año, alquilando seis hectáreas al ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid, en la vega del Río Jarama. Ya lleva ocho años de experiencia acumulada. Este verano han recogido 5.000 kg de patatas, acaban de plantar 3.000 coles y van a lanzarse a los frutales.
Ecosecha factura 450.000 euros al año y crece a un ritmo del 20% anual. Llegan a más de 300 familias de Madrid a través de grupos de consumo abiertos y tiendas. Javier, además, vaticina que nuestro país vive un boom de consumo biológico que se va a mantener en los próximos años. Porque España destaca en producción – somos el primer país productor de Europa, especialmente de hortícolas- pero la mayor parte se exporta. Sólo un 1% de los alimentos que consumimos son ecológicos.
Intenta convencerme de que compre verdura ecológica y de que pague más por unos pimientos.
Mira, lo primero que hay que saber es por qué es más cara la agricultura ecológica. Nuestro mayor gasto se debe a la mano de obra que prácticamente duplica el de la agricultura tradicional por dos motivos. Uno es que en agricultura ecológica una de las tareas a la que dedicamos más tiempo es a quitar hierbas a mano -y en algunas ocasiones con tractor o rotavator-.
Vaya…
El otro es que en Almería a los braceros se les está pagando 30-40 euros/día que son un 700 euros al mes, sin vacaciones ni seguridad social. Aquí en Madrid, como la gente se ha ido más a la construcción y la agricultura no ha sido un punto fuerte, se pagan 50. Y nosotros estamos estamos pagando 70 euros/día.
¡Menuda diferencia!
Tenemos una manera de trabajar muy diferente a la de la agricultura convencional en muchos aspectos. Por ejemplo, si yo no uso productos químicos (abonos, tratamientos fitosanitarios, herbicidas…), que es lo más accesible en el mercado, tenemos que emplear otras estrategias. Abonamos con materia orgánica –caca-, quitamos a mano la mala hierba y no con un tractor con herbicidas, utilizamos biofilm -un polímero de patata que se incorpora al suelo cuando se termina el ciclo- y no con plásticos procedentes del petróleo-…
Ya veo…
Todo esto hace que para nosotros la venta directa y cercana al punto de producción sea decisiva, pues elimina los costes de distribución y nos permite hacer rentable un proceso de producción caro. Ofrecemos al consumidor bolsas de 4 o 6 kilos de verduras y hortalizas recién cogidas (14,17 euros/la bolsa de 4 kg).
Y de la salud ¿qué me dices?
La agricultura ecológica evita a nuestro organismo la presencia de cientos de productos químicos como los organoclorados que afectan a los procesos de formación del calcio. Y es que si uso un pesticida que a mí no me mata pero sí a un bicho, eso no significa que no me afecte. La acumulación de todos estos químicos provoca serios problemas de salud, sabiendo que hay mucha información que aún desconocemos. El DDT se prohibió en los años 70 pero se llevaba utilizando durante los 30 años anteriores.
Háblame de tu huerta.
Nuestra huerta tiene una gestión compleja porque es multiproducto y lo común es que uno se especialice en un producto o dos o tres porque así mecanizas más. Lo que pasa es que la agricultura ecológica, entendida filosóficamente, implica tener una huerta con diferentes tipos de cultivos para que entre ellos se asocien, para que las plagas no pasen de unos a otros, para que los nutrientes que no necesitan unos lo aprovechen otros y todo eso permite tener huerta equilibrada. La parte difícil es que mecanizas menos y tienes que ir cultivando por fases y estar constantemente plantando y cosechando y eso es más complicado.
¿Cómo te dio por meterte en este lío?
El interés por hacer algo real y mis intereses previos por impulsar una transformación de la sociedad. Llevaba años en grupos ecologistas diciendo lo que había que hacer, protestando, encadenándome… Y eso me llevó, junto con unos cuantos, a montar Ecosecha que nació como consultoría y formación. Pero tres años después sentimos que queríamos hacer algo más tangible, y aquí estamos.
¿Cómo os habéis organizado?
Esto es una cooperativa de trabajo que se dedica a la agricultura ecológica, que no es lo mismo que una cooperativa agrícola. Aquí todo es de todos, los siete socios cobramos la misma nómina y el tractor, por ejemplo, es de todos. Además, como te decía, es un sistema de producción que tiene una relación directa entre los productores y los consumidoresque promueve un sistema económico diferente al que estamos acostumbrados.
¿Tú sientes estar haciendo un trabajo para cambiar el sistema?
Así es. Esta huerta es un cambio de modelo. A nosotros, por ejemplo, nos saldría más rentable dedicarnos a producir sólo calabazas o coles o lechugas. Pero a mí no me llena. Para eso hubiera seguido haciendo formación que trabajaba menos y ganaba más.
Así que a ti te gusta tu trabajo…
Me encanta y a mis compañeros también. Lo que no significa que ayer cuando llegaba a las 23,30 de la noche a mi casa no estuviera harto…
¿Ha aumentado la demanda de agricultura ecológica?
En España sí, a pesar de la crisis. El tema es que antes no había un mercado maduro, casi no existía consumo. Por ejemplo en Dinamarca el 40% de lo consumido es ecológico y en España estábamos en el 1% hace dos años (un 0,5% en Madrid y algo más en Cataluña, las ciudades de la costa y Sevilla).
¡Toma ya!
Pero esto está cambiando a marchas forzadas porque está emergiendo un número de gente que estaba concienciada pero no había dado el paso de consumir eco aunque tenía capacidad de compra. Y yo creo que en estos dos años ese 1% se ha debido duplicar o triplicar, sobre todo en Madrid que es la zona que yo más conozco. Porque, por ejemplo, hace dos años no había más de 12-14 tiendas de producto ecológico y ahora debemos estar cerca de las 60 en la Comunidad.
¿Tenéis un horario de trabajo?
Sí, de 8 a 16 h o de 7 a 15 h de lunes a viernes, salvo algún turno especial en el que hay que trabajar por la tarde o un sábado.
¿Y cómo se aprende a cultivar una huerta?
Leyendo mucho y sobre todo trabajando, aprendiendo a utilizar bien la azada, que es la herramienta que más empleamos, porque usándola bien trabajas diez veces más rápido. Aprendiendo de lo que hacen otros agricultores y yendo a cursos.
¿Aprendiendo de otro agricultor de la zona o ecológico?
Lo ideal es que sea de la zona y ecológico.
¿Aquí hay otros en la zona?
Hasta el año pasado no. El más cercano estaba a 20 km. Ahora se ha creado un parque agroecológico pegado a nuestra huerta donde hay 16 parcelas de dos hectáreas cada una y donde ya hay gente empezando a poner en marcha negocios de agricultura ecológica.
¿Y en agricultura ecológica está bien imitarse?
Está estupendamente.