John Martin Sahayananda y la búsqueda
La visión espiritual de este monje benedictino indio se detiene en la libertad del ser humano, su originalidad y creatividad.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
En un café
Amante de la belleza, la música, la suavidad y las palabras tiene unas manos capaces de sanar. Es una de las mayores especialistas en Reflexología Zonal Integradora –“mal llamada reflexología podal”- y en Medicina Tradicional China. Acaba de publicar su quinto libro -“Donde el mar se refleja. Teoría y práctica de la reflexología zonal integradora” (editorial Iser)- y de fundar el Instituto Superior de Estudios Reflexológicos, en Madrid. Entre sus alumnos no faltan médicos… porque su técnica funciona.
Doctora en Filosofía y Letras, especializada en Psicolingüística y Licenciada en Ciencias de la Educación, su vida dio un vuelco inesperado hacia el campo de la salud, una noche en la que oyó hablar a un especialista en reflexología -un día antes de leer su tesis doctoral- y una mañana al despertar tras un curioso sueño. Hoy acompaña a sus pacientes “en un proceso de colocación y afinación de su energía”. Sus manos, como sus palabras, transmiten armonía.
Háblame del salto de Filosofía y Letras a la Reflexología Zonal porque no lo veo claro.
Fue algo curioso. Justo la víspera de defender mi tesis doctoral me invitaron a una cena para conocer a una persona que había venido de Suiza y se había formado con Masafret, una de las grandes reflexólogas europeas. Y allí fui a oír hablar de zonas reflejas, rodeada de médicos. Al día siguiente aunque defendí mi tesis doctoral y recibí la oferta de dos catedráticos para trabajar con ellos me tomé unas unas vacaciones… en Suiza.
¿Y?
Aprendí a localizar proyecciones reflejas, empecé a jugar con ellas y cada día me sorprendía más. Durante mi formación en psicolingüística había estudiado neurología y me costaba creer lo que pasaba: sin tener ni idea estaba actuando sobre determinadas zonas del cuerpo ¡y funcionaba! Así que empecé a leer.
¿Qué?
Visité y conocí las escuelas europeas. Y también descubrí la obra de Fitzgerald, un médico norteamericano que hablaba de las diez bandas longitudinales que atraviesan el cuerpo, que eran los meridianos de la medicina china, aunque él no lo sabía porque la acupuntura aún no había llegado a Occidente. Yo me iba fascinando tanto con lo que iba descubriendo que quise matricularme en medicina, pero al leer los planes y programas me di cuenta de que no quería trabajar en el campo de la farmacopea. Así que estudié cinco años de medicina tradicional china y ahí encontré las claves para entender la reflexología.
¿Qué encontraste?
Belleza. Los antiguos decían que dentro del cuerpo está el mar de la energía y fuera, la playa. Y esa fue una de las cosas que me conectó con la medicina tradicional china: toda la descripción poética que hacen de lo funcional. Nada que ver con el lenguaje frío y objetivo de los occidentales que no nos toca ni da cuenta muchas veces de lo que realmente nos está pasando, porque el misterio del ser humano no se puede explicar con el lenguaje objetivo. Me fascinó.
Así que mar y playa…
Todo lo que sucede en el mar de la energía del interior de nuestro cuerpo se proyecta en la periferia, en lo que vemos y tocamos. Trabajar con el sistema de puntos, en los meridianos exteriores, y con las proyecciones zonales es una forma de acceder al interior. De modo más específico se considera la playa desde el codo y la rodilla hasta la punta de los dedos de las manos y los pies.
¿Qué se refleja a nivel zonal?
Todo, con su forma y su textura. Por ejemplo, el corazón se refleja y se proyecta con su forma y su textura en la planta del pie. La reflexología zonal es un sistema completo como la acupuntura. Lo interno –órganos y entrañas- se proyecta fundamentalmente en los pies, que es la zona refleja por excelencia donde se guarda memoria de todo lo que ocurre en nuestra vida desde la fecundación hasta que morimos.
Así que cuando tú tocas unos pies captas…
Los pies me cuentan cómo cada uno está colocado en la vida. Hablan de qué sentimos, hacia dónde vamos…. Y, además, me transmiten cómo están los órganos internos. Es muy importante que conozcamos cuál es nuestro terreno funcional predominante entre los cinco existentes. Cada uno cuenta con un temperamento asociado que se define a partir de la vulnerabilidad de dos órganos importantes (cada persona tiene un par de órganos funcionales más débiles y ahí es donde van a aparecer la mayoría de sus desajustes).
¿Cuáles son esos cinco terrenos funcionales?
El agua es uno. Representa riñón-vejiga y nos aporta la profundidad de nuestros tesoros escondidos, es decir la riqueza que traemos para desarrollar a lo largo de nuestra vida y también nuestras dificultades porque a través de ellas vamos a poder llevar a cabo nuestro propósito de vida. La madera nos aporta el impulso y la fuerza de creación y la capacidad de decidir (es hígado-vesícula biliar). Madera es la calma y la afabilidad cuando estamos sanos e ira cuando estamos enfermos. El fuego es el corazón y nos aporta la empatía que engloba tanto la simpatía como la antipatía, porque la simpatía nos hace vibrar con el otro y la antipatía nos permite tomar la distancia justa para no perdernos el uno en el otro. Y con el corazón desarrollamos la bondad, la facilidad para vivir, la ternura y la compasión. Tierra nos coloca en el enraizamiento, en lo pequeño, en lo que tenemos que desmenuzar. Así cuando bazo-páncreas-estómago están bien no hay obsesiones ni desquicies mentales sino claridad.
Y falta metal ¿no?
Sí. Metal es pulmón-intestino grueso y representa lo más profundo y lo más elevado. Lo precioso que nos habita. Eso que siempre andamos buscando sin darnos cuenta de que no está fuera sino que está dentro de nosotros.
Y cuándo tú tienes esa información sobre un paciente ¿qué haces?
Yo hago un tipo de acompañamiento de la persona que requiere de una formación terapéutica seria. Esa es una de las tareas importantes que realizamos en el Instituto Superior de Estudios Reflexológicos que inauguramos el año pasado en Madrid, y que creamos para la investigación y formación de terapeutas. Porque en este trabajo movemos muchísima energía y afecta a la totalidad de la persona. Mira, en nosotros hay dos grandes sistemas circulatorios superpuestos: el de la sangre, que circula en los vasos y el del qi, que circula en los meridianos. Nuestra salud depende de la buena circulación de ambos, porque ambos se influyen mutuamente. Jung decía que todo lo que sucede en nosotros ocurre simultáneamente en el cuerpo físico, el energético y el espiritual. Los tres resuenan a la vez. Y yo entiendo por espiritual la dimensión transpersonal que tiene que ver con nuestro propósito de vida.
¿Propósito de vida?
No estamos aquí a la deriva. Hemos venido con una intencionalidad que podemos descubrir a lo largo de nuestra existencia y que contribuye de alguna manera al bien de la humanidad.
Sobre mantener la sangre sana sabemos algo en Occidente pero ¿cómo se consigue un qi sano?
Con una buena nutrición –alimenticia y emocional- y con una vida relajada. La ley fundamental de lo sano es la suavidad. La prisa y la agitación enferman porque nos contraen. Una persona relajada puede apoyarse en su espalda que es su parte misteriosa, (lo que no ve), y respirar bien, otro aspecto fundamental del qi. Todo lo funcional tiene una repercusión a nivel energético.
¿De dónde sacas tú la fuerza?
De dentro… Yo soy como un afinador de instrumentos. Lo importante es que yo también esté afinada para que pueda ayudar a que la música del otro suene bien.
Pero eso no es fácil supongo.
Bueno, nadie tiene el instrumento afinado siempre y perfectamente. Pero existen técnicas que ayudan. Yo cada mañana antes de empezar a trabajar me hago una imagen interior de los pacientes que tengo ese día y medito. Y luego en la consulta intento estar 100% presente.
¿Conoces ya tu cometido en la vida?
Creo que no estoy en esto por casualidad. Siempre me ha interesado la belleza como proceso en la vida y la Terapia Refleja es para mí una de las artes más bellas que hay. Voy a contarte algo. Estuve dos años en una batalla interior enorme, dudando entre seguir dando clases de literatura o dedicarme a esto, que era algo que me había llegado sin yo buscarlo y no sabía por qué. Y la batalla se resolvió con un sueño. Me vi con unos 60 años duplicada. Una era Lina vestida de una manera muy formal, mirando hacia atrás extendiendo las manos y diciendo “ya pasó”. Y la otra era la misma Lina pero mirando hacia delante, vestida de una forma muy lúdica y fascinada por lo que iba a llegar. Era yo al elegir uno u otro camino. En principio la docencia me daba seguridad, pero luego descubrí que nada te da más seguridad que estar en el lugar en el que tienes que estar. Y eso lo descubres porque la vida lo facilita todo.
¿Ese es el secreto para saber que estás en el lugar correcto?
Sí, así es. Notar que las cosas son fáciles y que la vida te apoya. Yo nunca he hecho ningún esfuerzo por estar donde estoy. Y estoy aquí para ayudar.
¿Ha habido miedo en el camino?
A veces.
¿Y qué se hace con el miedo?
Atravesarlo.
¿Y físicamente?
Físicamente hay que prestar atención al riñón porque si está bajo de energía va a crecer el miedo. Entonces la persona se paraliza, agrede o huye. Al estimular el Yang y el Yin de riñón crece la confianza, se energetiza todo porque el riñón es el origen del Yang y del Yin de todos los demás órganos. Querer tratar un problema emocional cuando el sustrato físico y energético están fatal no funciona.
¡Uauh!
El objetivo de la terapia es conocer nuestra vulnerabilidad y transmutar nuestra fuerza destructiva en fuerza para crear. Para mí el encuentro terapéutico tiene que ser reconfortante y que en él surja esa dimensión de la belleza que nos toca. Y la belleza para mí es lo vivo. Tenemos que aprender a cooperar, recuperando nuestra conexión con los otros. La sociedad está enferma por la competitividad que nos lleva al conflicto y la destrucción.
¿Cómo tendríamos que vivir?
Estando lo suficientemente vivos como para entregarnos con alegría a la muerte. Lo contrario a la vida no es la muerte es no vivir, es paralizarnos y perder esta oportunidad preciosa que tenemos como regalo.
Estupenda entrevista. Me parece muy interesante que se hable de terapias alternativas a la medicina como es la reflexología.
Gracias por esta entrada