John Martin Sahayananda y la búsqueda
La visión espiritual de este monje benedictino indio se detiene en la libertad del ser humano, su originalidad y creatividad.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.”. Michel de Montaigne
En un café
Ésta es una entrevista diferente (y larga). Tras contactar con Mónica ella expresó su deseo de ampliar el encuentro a otra compañera “que también tiene mucho que contar. Seguro que hablar con las dos enriquece tu trabajo”. Y así ha sido.
Investigadoras y profesoras de la Facultad de Psicología de la Uned, las doctoras Ángeles Sánchez-Elvira Paniagua y Mónica Rodríguez Zafra contagian entusiasmo cuando hablan de lo que les gusta: la cara luminosa del ser humano, sus potencialidades y posibilidades de crecimiento.
Empecemos por el principio… ¿yo puedo hacer algo para aumentar mi bienestar sin acudir a la consulta de un médico o un psicólogo?
M- Por supuesto que sí, siempre que tengamos la intención de mejorar en algún aspecto de nuestra vida podemos hacerlo poniendo atención a lo que nos ocurre, pesando y analizando lo que nos pasa, buscando libros que nos den pistas y datos sobre maneras de mejorar… El valor y la eficacia de la introspección son incuestionables.
Bien…
M- Pero reconocer que necesitamos ayuda en algunos momentos de nuestra vida también constituye un paso muy importante en nuestro crecimiento personal. Este reconocimiento pasa por reconocernos y aceptarnos como personas no omnipotentes, un gran paso hacia la apertura a los demás.
Háblame más de esa introspección que apuntabas antes…
M- Es enormemente valiosa e imprescindible para poder ‘pensarnos’ y reflexionar sobre nosotros mismos y lo que nos acontece, pero tenemos que tener muy presente que hay aspectos de nosotros mismos que sólo nos pueden aclarar los demás, como por ejemplo el efecto emocional que causamos en ellos.
¿Dices ‘pensarnos’?
M- Sí me refiero a darme cuenta de lo que estoy pensando y sintiendo y desde qué necesidades, carencias y/o valores lo estoy pensando y de qué manera quiero gestionarlo en mi vida.
¡Ah! Y ¿cómo yo –que nunca he hecho nada a este nivel- puedo entrar en mí y hacer eso de lo que tú hablas?
M- Estando en silencio, tanto a nivel físico como imaginativo, es decir parando esos diálogos mentales en los que solemos entrar. Tenemos un amigo monje que reivindica el papel de los monasterios como lugares de retiro. Las personas que viven en las ciudades necesitan un espacio al que retirarse y poder ‘pensarse’ y sentir. Y es bueno que lo tengan.
Y según la ciencia ¿en este proceso puede mi mente influir en mi cuerpo?
M y A- Por supuesto.
M- Somos una unidad. Fíjate con un acto de voluntad, como esforzarnos por cambiar nuestro pensamiento o focalizar nuestra atención en un aspecto diferente de nuestra realidad interna o externa, podemos cambiar las reacciones fisiológicas instantáneas del organismo, activar un circuito neuronal determinado y modificar el funcionamiento de nuestro cerebro. Y si vamos convirtiendo en hábito determinados estilos de pensamiento y focalización de nuestra atención vamos reforzando estos circuitos neuronales.
Pero ¿eso está demostrado?
M- (Asiente) Lo está. Lazar y Hölzel demostraron en 2011 que después de 8 semanas de práctica de meditación ‘mindfulness’ se producía en los meditadores un aumento significativo en el grosor de la materia gris del hipocampo -que está implicado en el aprendizaje y la memoria- y una disminución en el grosor de la materia gris en la amígdala -que está implicada en las respuestas de miedo y estrés-.
¡Guauh!
M– Estos datos cuestionan el determinismo biológico que impera en algunos ámbitos sociales y académicos.
Es impresionante.
M- Pero hay más. Las investigaciones realizadas hasta el momento ponen claramente de manifiesto que el estado de conciencia que se adquiere a través de la práctica de la meditación produce un patrón fisiológico característico. Patrón que se caracteriza por ser un estado de alerta relajada, es decir, mientras que se produce un estado de relajación del sistema nervioso periférico también se produce un estado de alta activación del sistema nervioso central. Eso sí, dependen de la práctica y de los años de experiencia.
Que la ciencia esté entrando en estos campos es un paso de gigante…
M- Algunas de las investigaciones recientes más interesantes que se engloban en lo que empieza a definirse como ‘ciencia de la compasión’…
… Espera, espera ¿se está hablando de una ‘ciencia de la compasión’ (con la palabra ciencia delante)?
A- (Se ríen). Es verdad que la compasión como tal no está en los programas académicos de las universidades de momento. Pero hay otros espacios dentro de la Universidad, y cada vez más frecuentes, en los que sí tienen espacio. Por ejemplo, Mónica y yo llevamos 15 años haciendo unos cursos de verano que han ido evolucionando hacia esa visión del crecimiento personal. Y a medida que este movimiento va creciendo vemos que los académicos van entrando en un enfoque más centrado en el valor de las fortalezas del ser humano y el desarrollo de sus potencialidades. Esto no es algo nuevo pero sí lo que se apoye en investigaciones.
M- Comparto lo que dice Ángeles. Por ejemplo a través de esta llamada ‘ciencia de la compasión’ se ha demostrado que el amor y la compasión pueden reforzarse e incrementarse si así nos lo proponemos. Por ejemplo, en 2013 Leung y sus colaboradores vieron cómo había aumentado la materia de gris en el giro angular hipocampal en meditadores de la práctica del amor de la tradición budista teravada. Esta zona cerebral tiene una función importante en la regulación afectiva asociada a la respuesta empática, la ansiedad y el estado de ánimo.
¿Qué técnica es más adecuada como método de iniciación?
M- En un principio, las técnicas más fáciles son aquéllas en las que la atención se concentra en un objeto como la respiración, una vela, un mantra, etc. hasta llegar a un estado de no pensamiento.
¿Vosotras meditáis?
A- Mónica es más disciplinada que yo, pero sí.
M- Aunque mi disciplina oscila por temporadas (se ríe).
Demos un salto teórico y hablemos ahora de Psicología Positiva con Ángeles. ¿Qué le puede aportar ésta al ciudadano de a pie?
A- Martin Seligman sitúo el foco de la Psicología Positiva en el crecimiento personal y de las comunidades, alejándose de los aspectos negativos o los trastornos mentales, tradicionalmente más investigados. Por tanto, lo que un ciudadano puede esperar de la Psicología Positiva es que le ayude a alcanzar un bienestar completo y a desarrollar sus potencialidades: a estar psicológicamente sano, algo que también influye en su salud física al ser un acercamiento holístico.
¿Puedo yo autogenerar experiencias positivas o tienen que venir a mí?
A- Sí, hay que saborear la vida, como dicen Veroff y Bryant, potenciar las emociones positivas cada día. Hay dos estados que generan experiencias positivas que suelen ser, además, muy potentes a nivel creativo, son el Flow y el Engagement -el fluir con el sentirse ‘enganchado’-. Responden a esos momentos en que aquello que estamos haciendo nos absorbe totalmente, nos apasiona y entusiasma y nos pone a prueba sintiendo, al mismo tiempo, que es un reto que podemos afrontar y que potencia nuestros recursos, nos ‘engancha’.
Pero ¿yo cómo lo consigo?
A- Peterson y Seligman realizaron una investigación mundial sobre las fortalezas y virtudes humanas (en contraposición a los manuales de diagnóstico de los trastornos mentales). Este estudio dio lugar a un modelo de 24 fortalezas reconocidas en todas las culturas y a lo largo del tiempo, agrupadas en seis áreas relevantes: Sabiduría, Valor, Amor, Justicia, Templanza y Trascendencia. Encontrar nuestras fortalezas es un buen punto de partida.
¿Entiendo que cada uno de nosotros tenemos alguna de ellas?
A- Sí, cada uno de nosotros presentamos un perfil distinto en cuanto a qué fortalezas nos caracterizan, pero lo importante es saber actuar desde nuestras fortalezas: desarrollarlas nos hace sentir bien. Las personas positivas presentan un mayor bagaje de estrategias adaptativas para afrontar la vida, desarrollan mayores niveles de resiliencia por ejemplo. Y todo esto, además, confluye en la creación de comunidades más positivas y menos conflictivas.
¿Qué define a una persona que está dispuesta a crecer a nivel personal?
A- Sus valores y motivos de partida. Es decir, son personas cuyo principal motivo vital está dirigido a enfocar su vida hacia el desarrollo personal, buscando una dirección y sentido a sus vidas sin estancarse en los problemas o en placeres inmediatos. Es una vida con propósito y significado.
Ya…
A- El punto de partida, al alcance de todos, es revisar cuáles son nuestros valores, nuestras metas, y analizar si estos son congruentes con las acciones que ponemos en marcha, con nuestros actos cotidianos.
¿Y qué es el Flourishing?
A- En su modelo de bienestar más reciente de 2011, Seligman plantea el Flourishing (florecimiento) como finalidad última, consecuencia del funcionamiento humano óptimo. Autores como Fredrickson y Losada lo han definido como vivir en un rango de funcionamiento humano óptimo, aquel que comporta calidad, creación, crecimiento y resiliencia.
¿Y qué es lo que permite a las personas ‘florecer’?
A- Un conjunto de procesos recogidos en el acrónimo PERMA. PERMA es una especie de receta para el bienestar que suma los siguientes ingredientes: P (Emociones Positivas /Positive Emotions), E (Engagement), R (Relaciones Personales), M (Significado/Meaning o vida con sentido) y A (Logro/Achivement de las metas propuestas).
Qué interesante! Bravo por esta breve y certera entrevista.